
Durante mi primera muestra individual titulada “amor de pobre solamente puedo darte”, tuve la urgente necesidad de transformarme en mi propio guardia de seguridad debido a la falta de vigilancia de la institución.
Tal acto estuvo acompañado de un óptimo traje de guardia más un rotundo cambio de personalidad ante los medios noticiosos en los cuales decía ser el hermano del artista:
“Soy Alfonso Almendra; encargado del bienestar y buen funcionamiento de la muestra”.
Al cierre de la exhibición decidí destruir cada uno de los objetos participantes.
Para esto invente un falso accidente de transito, en donde Alfonso almendra fallecía producto de una brutal coalición entre su carretón fletero y una máquina de construcción.
La fuerza expresiva de la performance, aunque parezca extraño, radica en casi todos los casos, en la imposibilidad de concretar sus propuestas, es decir, en su poder utópico. En ese vaivén entre el querer y no poder se hamacan los sentidos y las significaciones más profundas de los nuevos grupos de jóvenes performers latinoamericanos enfrentados al vacío y al silencio de los medios y las instituciones que dicen representarlos. La performance, en virtud de su naturaleza contestataria y radical, se ha transformado en una forma expresiva idónea y tenaz para trasmitir ese caudal de insatisfacción que la desigualdad e injusticia provoca en nuestras sociedades.
CLEMENTE PADIN


No hay comentarios:
Publicar un comentario