Animalidad y política en la
Fotonovela 7 de Huachistáculo.
Samuel Ibarra Covarrubias.
Periodista
y Performer
“Nuestro producto se define como el Montaje de Momentos Plásticos”
La reciente entrega del artista Luis Almendra
concentra una interesante gama de reflexiones y proposiciones respecto a un
marco de acción corporal que viene desarrollando hace casi más de una década.
Tiempo intenso en el que ha podido agudizar y afinar operaciones interventivas
que impulsan un cuestionamiento amplio a la idea misma de cuerpo, a una idea de
cuerpo en tanto espacialidad política.
Sus obras han transitado en esta franja temporal, desde estetizadas puestas en
escena para fotografías y videos hasta irrupciones en espacios públicos desde
un código de irrupción y corte en espacios jerárquicamente organizados. Ha
tensionado límites de la espacialidad para activas interrogaciones sobre las jerarquías
de la racionalidad de los discursos. Desde lo artístico hasta lo institucional,
desde lo regional y lo metropolitano, desde la acción de arte a la maniobra
activistica. Su obra enciende cuestionamientos entre lenguajes plásticos y
operatividades tecnopolíticas. Su obra es transitiva, está en movimiento.
En el siguiente texto ensayo un posible
acercamiento a procedimientos que Almendra ha movilizado. En especial los
consignados en esta nueva entrega fotonovelesca,
la ya número siete.
En una saga de siete entregas Huachistáculo
nos advierte sobre lo falible. Nos narra peripecias trabajosas, llenas de
vértigo y cuestionamiento. A veces parece no notarse bajo una coraza de
decisión y empuje. Sin embargo Huachistáculo es un héroe frágil. Se refugia en
las ruinas de una suralidad espiritual y arma huestes con cuerpos fragmentados
o corporalidades en suspenso. Son muchos
de ellos bosquejos antropomórficos que buscan aparecer en un quejido
orgiástico. Son personajes hechos de pastiche de heroicidades fatigadas como la
de él. Así tartamudear un locus político hecho de gemidos.
En casi todas las fotonovelas la velocidad del
cuerpo es un electo predominante. En cada fotonovela Huachistáculo experimenta
nuevas posibilidades de cuerpo, reensamblando partes, acoplando unas, quitando
otras. Ensayos ortopédicos que metaforizan el diseño de una habitabilidad
corporal y biológica que está al borde del tiempo de la producción. De alguna
forma ensaya posibilidades de cuerpo. Ensaya nuevos cuerpos. Busca incidir en
su entorno. Como sea. Desde la cama, desde la tumba, desde una silla de ruedas,
desde un devenir animal. Su aspiración es lo público. Necesita la velocidad
como maniobra efectiva. La misma que la tecnopolítica neoliberal demanda
estableciendo un flujo imparable entre lo biológico y económico. Lo nuevo como ideologema de captura de lo
viviente. Huachistáculo actúa con prisa en crear cuerpos, pero los direcciona
hacia la destrucción, los hace colisionar con la utilidad económica y
representacional. Sus fotonovelas nos han traído noticias de la duda, de la
ruina y los perecimientos. En muchos de sus anteriores obras graficas nos ha
querido decir cosas respecto a la idea
de la velocidad y la ruinificacion.
Animalidad y socavamiento
La fotonovela 7 está nombrada
problemáticamente El ataque del Conejo Rosado
y la infinita desilusión Radical. Está definida como un espacio paralelo,
de alteridad y reorganización. Zona Contrauniverso.
Terreno subjetivo y material para proyectar imaginativamente la existencia. Así
sería posible capturar el tiempo,
reinventar la memoria intervenida por el
flujo orgánico del pensamiento.
Una serie de operaciones gráficas van
modelando una aparición fantasmal de un yo.
Es una individualidad cruzada por dudas y colisiones. Es una puesta en
escena imprecisa la que se nos aparece en la superficie visual de este séptimo
impulso. Huachistáculo ha vuelto a la artesanía de la imagen y recurre a un
alfabeto collage, pega, recorta, raya. Privilegia lo manual, se ha replegado
del full color de entregas anteriores y hoy prefiere el blanco y negro para
trazar su estrategia. Hay un declive de la seguridad visual anterior y una precisión
discursiva le hace levantar otra nueva economía visual, más cruda, más punzante,
más precisa. La negatividad acerada de un sístole diástole, entre la desilusión y la repulsión. Un malestar amplio, activo, destructor, no triste,
urgente. Bajo una nueva codificación psico molecular,
Huachistáculo ha escrito su propio manifiesto
en su devenir animal. Ahora conejo, fusiona su duplicidad, su doble alma va rumbo hacia el camino de
la emancipación popular. Su grito es de color rosado y su indómita poética
interventiva es una velocidad para descapitalizar la existencia. Aspira a socavar
el discurso economicista de la visualidad espectacular contemporánea. Esa de la
erotización sin deseo, de los clichés mediales alegres con su masificación y
triunfo.
Podríamos constatar partículas Nietzcheanas en
el devenir animal de Huachistáculo. Su tecno mutación sintomatiza el giro
cultural que rastrea en la animalidad la generación de cultura, pero una
cultura en oposición a las tradiciones occidentales de la ilustración y el
humanismo, centrada ahora en la vida como fenómeno. Una vida invadida por la
animalidad, pensada desde allí, hablada desde ahí. Huachistáculo es un conejo, alegoría
de la ternura silvestre y comodín mágico, pero en tensión con el biologisismo
cultural del humanismo. En distancia con el antropocentrismo que piensa la
cultura desvinculada de la vida animal. Vida que es proceso intrínsecamente histórico
y puede rastrearse en memorias de grandes y pequeñas entidades. Vida además generada
desde un entendimiento fisiológico del espíritu. Así la vida se hace histórica,
pues toda materia es también memoria. La vida animal de Huachistáculo, su
devenir no humano, antagonista, critíca la razón civilizada del sistema arte
por ejemplo movido por la .,desilusión
repulsión hacia el mundo… desde lo íntimo, lo interior. Esa crítica desde su animalidad mestiza, latina, y barroca
no apela necesariamente a un retorno a la naturaleza. Si en la cultura y el
humanismo, con su proyecto de racionalización y mejoramiento moral vía
educación y cultivo, la cultura anversa de la animalidad estribaría en generar
formas de vida, de pensamiento. Esas formas
de vida podrían recuperarse mediante los sueños, las ilusiones, pasiones
y emociones.
La deriva animal de Huachistáculo apelaría a
un retorno del ser humano a su origen vital, a un entendimiento de la propia
vida como una trama continua de sueños. Es decir que aquella deriva nos hace
entender que estar vivo es principalmente estar soñando. Soñando despierto. El
futuro de la humanidad sentenció Nietzsche alguna vez estaría de manera crucial
en la habilidad del ser humano para conectarse con la vida onírica del animal.
Solo los sueños le devolverían la creatividad y la libertad que la racionalización
occidental le ha confiscado al humano.
Una estrategia zoopolitica.
El ataque del Conejo Rosado y la Infinita
Desilusión Radical es la historia de una acción, un plan político en pos de la
ruptura. Son también notas de cuadernillo de
guerrillas donde se piensa una acción total. Imágenes de un pensamiento
articulado para socavar de golpe toda la
racionalidad de un mundo injusto, el proyecto utopista de intervención subjetiva en formato de acción
revolucionaria se condensa en un panfleto. En el mejor y mas destellante
sentido de un panfleto. Es también una misiva al poder a modo de declaración de
principios de una lucha. La fotonovela 7 es el órgano oficial de un deseo
libidinal revulsivo.
Los cortes y recortes de imágenes, colectadas
y fragmentariamente dispuestas nos hacen pensar en un cuadernillo donde se
piensa el cuerpo y el poder. Huachistáculo asumido en su giro animal,
administra animalidad, cultura y biopolítica bajo un profuso deseo de socavación.
Así reflexiona, identifica y critica el lugar animal en las representaciones artísticas.
Una posibilidad no humana no humanista del arte y la vida. Un deseo tal vez de
una filosofía política impura y kiltra en su impulso de ataque conejo, que busca
restituir y hacer mas perceptibles sentidos y roles de lo viviente. Estos
sentidos podrían rastrearse en muchas tradiciones culturales, particularmente
la latinoamericana que en palabras del crítico Gabriel Giorgi el animal ha
estado en contigüidad con la barbarie. Así Lo animal es
expulsado y puesto en la barrera civilizatoria de la alteridad humana. Lo humano acá, lo animal más allá.
Esa partición define el interior y el exterior
de una forma. Sin embargo es cada vez más contagiada esa reglamentación en la política
orgánica de Huachistáculo al hacer poroso un continuum entre su vida humana y
su vida animal. Ambas obturadas bajo el ojo vigilante de la sociedad moderna especializada
en el control y supervigilancia de los cuerpos. Por eso la administración de la
vida se ha tornado central en el ámbito político y cultural. La irrupción
coneja de Huachistáculo, desata una emergencia animal que amenaza contaminar la
condición humana y cuestionar así los múltiples mecanismos políticos de su
establecimiento. Lo viviente aspirará a recorrer nuevos campos de expresión y
lo biológico le cederá su bandera a lo biopolítico como una nueva manera de
concebir su resistencia. La lucha de Huachistáculo se hace compleja porque además de tensionar la
pregunta sobre distinción entre vidas de primer y según orden, de vidas
vivibles y descartables, su singularidad constitutiva, su devenir animal se
sitúa en la frontera inestable entre persona y no persona. Un terreno clave para la cultura humanista que fabrica los decisivos vínculos
ominosos entre especies. Lo animal no sirve, lo humano es fundamental.
La querella de Huachistáculo es animal,
contrahumana y contrauniversalista, su lucha es romper el servilismo economicista
de la vida, ficcionando juegos de reinvención de la memoria para que la materia
se recargue de sentidos, se distorsionen las velocidades y economías del
consumo simbólico, descapitalizando el pensamiento y las imágenes.
El ataque
del conejo rosado, seria un plan de acción interventivo que buscaría
desregular las dominancias del poder omnímodo, proponiendo un orden diverso de
afectos y materialidades. Entre otros efectos buscaría desmantelar la
inmovilidad ontológica que escinde el continuum de la vida orgánica en especies,
brutalmente jerarquizadas y económicamente dispuestas y promocionadas.
La figura coneja del devenir animal de
Huachsitaculo abre cuestionamientos y vinculaciones ricas. Su lucha desbordada
y palpitante, capaz por ejemplo de interrumpir la marcialidad de un ejército,
abre una zona de interrogación ética para la pregunta sobre nuevos posibles horizontes
políticos. Así por ejemplo su lucha, declarada y expuesta en este cuadernillo se torna cautivante al proponer
al animal más allá de la metáfora evidente. Un conejo de trasero expuesto asume
la emboscada al poder como deber patriótico y en toda la accidentalidad de la
operación se va dibujando una línea de desfiguración. Un umbral de acción
visiva que deja ver una apuesta por las virtualidades de la dispersión y el
contagio. Aspirando utópicamente y proponiendo ontologías y epistemologías, que
se irían armando en la interacción de cuerpos, políticas y culturas.
La lucha del conejo rosado es proponer una geografía
mental otra. Una nueva alianza
filiatoria y deseante. Nuevos ordenamientos para el cuerpo.
Huachistáculo establece en su batalla una biopolítica menor. Ruidos, lenguas, no
lenguas humanas y animales diseñan una red de fuerzas refractarias a la dominación
de la explotación. Su cuerpo hoy animal sintetiza la indistinción bios y zoé
Esta indistinción sirve, es útil para pensar y
repensar nociones de lo político propuestas desde el arte en particular desde
el de acción. Así una voz con cuerpo individual puede ser asediada por otra
como una multiplicidad corporal, en un bios virtual tejido y figurado en
relaciones de resistencias y solidaridad. Acá hay una Potencia rica en
indeterminaciones, rica para la creación de lenguajes y lenguas, proteica para nuevas
éticas y nuevas políticas, propicias para nuevas formas de sensibilidad y
visibilidad.
El ataque del Conejo Rosado y la infinita
desilusión Radical lo pensábamos en un instante como un cuadernillo de
guerrilla, como el plan bosquejado de un asalto justiciero. Hay pasión, hay
afectos, desborde, desmesura. Animalidad y biopolítica menor, delezo guatarinamente hablando. Lo viviente escapando de la
captura, tornándose problema para los dispositivos del control corporal y económico
del cuidado de sí.
Hay un elemento importante a destacar, decisivo.
El final de la lucha es trágico, imposible, cerrada. Fracasada,
tradicionalmente hablando. Hay a nuestro juicio en la
infinita desilusión Radical de la lucha emprendida por el conejo una
tentativa otra de pensar las
posibilidades de la emancipación. Otra vía para crear salidas se despliega
desde esa imposibilidad. Cerrada por todos lados, la desazón esgrimida para un
corolario de una lucha utópica nos hace necesariamente acá poner en abismo la noción
misma de política como mecanismo para articular cortes y quiebres. La política
acá necesariamente debiese ser capaz de
administrar un vacío dejado por esa radical imposibilidad que el animal
constata en su sacrificio.
En ese sentido Huachistáculo ha diseñado en medio
de esa pesadumbre de constatación, una noción tensa de lo político y la política
misma, mediante la figura de contraposición, de interrogación y duda de lo que
se ha entendido mayoritariamente por política, incluso desde casi toda la
modernidad y la consolidación de su teoría sobre el tema concebida como
ciencia. Vale decir la política siempre pensada como poder.
Esa idea de poder propuesta por la modernidad
es burlada por el conejo rosado al hacer fracasar desde su enunciado las
intenciones de su heroísmo libertador. Así Huachistáculo monta una referencia
al poder en clave negativa, en retirada, aminorándolo en todo lo posible,
desmontando su presencia. La suya es una política del no poder, política
paradojalmente en contra de la política misma. Política de la no política. Se
tensionan suspensivamente figuras como totalización, soberanía,
instrumentalidad, plan, militancia, etc. Las bases reconocibles del accionar político
mismo acá no se disuelven, pero se atenúan fuertemente.
Cercano a la micropolíticas su gesto no es está
estrictamente en esa definición pues su accionar no está trazado en lo micro.
Menos sus gestos ni afectos, lejanos completamente de la institución social o
cultural, pero tampoco recluidos en lo domestico y lo imperceptible. No necesariamente
siempre allí, su accionar también puede
estar en los grandes espacios de la acción pública. Una plaza, un museo, un
canal de tv, una universidad. El conejo rosado no opera en el bajo perfil, por
eso su práctica interventiva no es necesariamente micropolítica, es más bien
atenta a las relaciones de poder que cada institución porta, el espacio público,
el espacio mediático por ejemplo.
Su política infractora es en tono menor, pues
pese a que aspira a generar un impacto suspende en ella todo que pueda
reproducir esa cadena de relaciones. La lucha está declarada pero a la vez
perdida de antemano, infinita y radicalmente desilusionada, impotente tal vez.
Su lucha, su declaratoria de combate se
asienta mayoritariamente en la forma más que en su contenido. El contenido es
identificable y compacto, claro. Pero su acción política adquiere potenciación
en la forma. Una forma de acción cualitativamente agenciada, y no pensada a
partir de la envergadura de sus efectos. Su praxis funciona en el gran o el pequeño
mundo pues es capaz de direccionar un socavamiento activo en pos de un
debilitamiento del poder mismo de ella. El rico accionar conejo, su política
animal y su perturbador acierto es debilitar mismamente la potencia de su
accionar para descabezar simbólicamente la soberbia moderna de una sola idea de
poder. Así abre y declara nuevas e infinitas guerrillas. Cierra una vía de
escape y a la vez abre miles. Es algo
así como poner en crisis un camino y obligatoriamente forzar, en la urgencia, a
la generación de otras múltiples vías.
Se trata de una lucha ardua, contradictoria,
de grandes magnitudes. Con herramientas complejas, con tácticas que lo son aún
más. Tácticas que aspiran a la profundización absoluta de un socavamiento.
Hacer lo mas grande posible que se pueda pero desde un poder que cuestione
radicalmente todo posible signo de poder en su propia acción, es decir que
tengan la menor magnitud posible.
Lo radical y
conmovedor que existe en toda esta lucha que ha sostenido Huachistáculo,
hoy desglozada y formateada en un esquema grafico de proclama y barricada
espiritual corporal está dada en un cuerpo devenido. Un cuerpo que produce su
propia liberación. Entre éxtasis, lesiones o angustias y prisas no sólo produce
una posibilidad de soberanía emancipada, está a la vez contigua a la liberación
también del espacio social. En la rebeldía frágil de ese felpudo corazón, se está
pensando la libertad, pero sin fronteras.
La imagen de Huachistáculo proyectada en estos
textos libertarios de su última fotonovela diseñan una emboscada contra la
normalidad terrorista del hoy ejercida desde una autoridad patológica. Desde la
velocidad revolucionaria de su ficción práctica, su razón mimetista colabora a
abrir colectivamente el espacio del cuerpo a la subversión desde las exigencias
inmediatas del mismo cuerpo. Son ellas las que desafían el modo de producción
de los deseos, las relaciones entre el goce y el poder, el cuerpo y el sujeto,
presentes en todo los sistemas que funcionan articulando todas las esferas de
la sociedad capitalista contemporánea en dirección a arrasar y dominar.
Carlos Ossa. La semejanza perdida. Metales Pesados
Ediciones.