LA NUEVA ORDEN MUNDIAL - Presenta: Oficios de la Supervivencia, desde los más espectaculares hasta lo más secretos - Colabora RODRIGO ADAOS. V BIENAL DEFORMES - MARTES 18 NOV. SANTIAGO - CHILE.

Hoy recorrimos durante un par de horas algunas calles del centro de Santiago: Agustinas, Paseo Ahumada Alameda, etc. Para esto construimos una unidad proto – espacial - móvil – sonora – precaria, cuyo objetivo final era rememorar a viva voz los poemas de Enrique Lihn referidos al Paseo Ahumada (“aquel gran teatro de la crueldad nacional y popular” como el denominara por el año 1983). 

Pareciera ser que aquél espacio público que el poeta descifra sigue presente, patente y descarado a través de vendedores ambulantes, cajeros, ciegos, humoristas, estafadores, lanzas, yupis, pacos, perros (vagos y policiales), kioscos vitrinas, mas personas y mas personas…. y  personajes cuaticos (reductos de alguna recesión y quiebre económico), como si el Paseo Ahumada fuera un reloj - máquina de un presente inamovible… siempre igual, detenido en el tiempo, marcando el ritmo y tictac sordo, al son  de un mar plagado de  promesas  (neoliberales y ostentosas)  y  espejos rotos  para que cada  ciudadano contemple su rostro.

Pues bien, (alejándonos de cierta carga signica y simbólica compleja aveces tan condescendiente de un arte docto – conceptual - performancistiko) Fuimos directos, he hicimos resonar el fantasma de aquellas palabras de Lihn… tan lúcidas, la prueba de que muchas sociedades en el fondo no avanzan, he incluso retroceden hacia a un tipo de prehistoria de un mundo, en donde el esplendor de la economía es la pasta base del pueblo   y en donde la nostalgia, es la cicatriz de  aquello que nunca se tuvo, aquella palabra embriagada.

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El paseo Ahumada iba a ser la pista para el despegue económico, un espacio para la descongestión urbana. Se trataba de cultivar un oasis peatonal en medio de una ciudad tan próspera como vigilada. La vigilancia es lo único que recuerda el proyecto, se la mantiene con armas y perros policiales. En todo lo demás ocurrió lo que tenía que ocurrir. El paseo es el pabellón en que se exhibe el quiebre del modelo económico. Las vitrinas elevan los precios al infinito y los importadores de baratijas botados inundan el suelo del paseo, haciendo su negocio por medio de los héroes del trabajo. Estos, para evitar ser decomisados por los representantes del Impuesto Público, y para no tener que responder ante sus proveedores del precio de la mercadería requisada, deben correr constantemente por el Paseo, imprimiéndole un ligero aire de estadio en vísperas de las Olimpíadas. El Paseo – siempre en el orden de los negocios- es la dura escuela en que impedidos de toda clase, especialmente ciegos nunca antes vistos aquí en tal cantidad, se ven forzados al autofinanciamiento. Son razones de economía las que han convertido el Paseo construidos con objetivos menos interesantes, en el Gran Teatro de la crueldad nacioanl y popular, donde se practican todos los oficios de la supervivencia, desde los más espectaculares, hasta los más secretos, sin que ninguno de ellos escape a la publicidad. El trabajo se ha convertido en un arte en el Paseo Ahumada y la mendicidad, en un trabajo altamente competitivo. El show empieza cuando usted llega y no termina cuando usted se va. Y todos somos sus coautores, sus actores y sus espectadores.
Enrique Lihn, 1983. Fragmento Revista de Critica Cultural Nº24.



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