HUACHISTÁKULO EXHIBE SUS OBRAS (VIDEO PERFORMANCE) EN GALERIA HAUS DER KUNST. PUERTO VALLARTA MÉXICO - OCTUBRE 2011.






Huachistákulo – Un leve diagnóstico Psico – artístico – clínico- etológico.
Paciente – artista: Luis Almendra
Síntomas: Lunatismo y Esquizotipia.

Hacer una historia clínica del personaje en cuestión parece no tener sentido, ya que no se sabe a ciencia cierta a quién se le está haciendo este diagnóstico. Digamos pues que lo que realmente intenta este escrito es aproximarse al estudio de sus acciones y presentar una lectura expansiva con el fin de comprender etológicamente este curioso fenómeno de la naturaleza animal en el campo del arte.

Huachistákulo, personaje creado por Luis Almendra, ha tomado importancia absoluta en este caso. Los síntomas de su aparición en Luis han engendrado una pregunta apremiante: ¿Será más bien Luis Almendra un personaje de Huachistákulo? Esta confusión, común en este tipo de pacientes, nos ha hecho buscar rutas de entendimiento de este primer desdoblamiento de identidad.

Luis Almendra es heredero de las estrategias de las vanguardias modernas que han influenciado a muchos artistas pero, a diferencia de otros artistas, se ha permitido llevar a la práctica arriesgados métodos de experimentación como la exploración de la locura, del hambre y del delirio. Estos experimentos probablemente han abierto la puerta a la aparición de huachistákulo en la vida de Luis. Otra teoría sugiere que Huachistákulo incitó estas experimentaciones, de manera que Luis simplemente se convirtió en un huésped temporal que estaba cuidando un hogar que debía compartir. Lo cierto es que se las han arreglado para convivir a pesar de sus curiosas diferencias.
Deudor del surrealismo y del movimiento pánico, como comprobaremos a lo largo de su obra, Huachistákulo critica la mala educación de los sentidos humanos e intenta contrarrestar este efecto de la modernidad con sus acciones poéticas. A un así, los atisbos de ingenuidad son desplegados mediante su constante interés por salvar al mundo; su utopía de cambio y revolución ha sido discutida ampliamente hasta en programas de televisión. Sin embargo, y contrario a lo que podría pensarse, Luis no goza de la ingenuidad que el conejo vocifera.

Ahora bien, hartos de diferenciar a Luis Almendra y al Huachistákulo, hartos también de distinguirlos de los animales y de asimilar al loco bajo el estereotipo de artista rebelde y para poder atender a este paciente de manera más adecuada, debemos pensar en figuras de proceso que ayuden a entender lo intrincado de su estructuración artística. Este antropolepórido –conejo devenido hombre- es propiamente la aparición de una figura de la diferencia; un diferencial que nos hace decidirnos por un primer cuadro clínico.

Huachistákulo es un Lunático.

En su operación conejo, el Huachistákulo deambula por un espacio común, cotidiano y de orden; un espacio urbano. La sorpresa preparada por el conejo no es tal: su retaguardia (culo) está al aire desnuda y ofreciendo lo que Bataille llamaría, en términos filosóficos profundos, el sol. ¿Acaso esperan ver a un conejo cubriendo su silvestre retaguardia? Este comportamiento, apenas normal para un conejo es tildado de crimen exhibicionista y escándalo inmoral. El espíritu de vanguardia se deja ver hasta en su retaguardia. No es fortuito que sea un conejo quien perturbe la imagen de la ciudad que tenemos.

El conejo –y esto es evidente en Huachistákulo- no deja de estar en conexión con los estados de embriaguez y trance que se adjudicaban los dioses aztecas relacionados con este animal, por dar solo un ejemplo de una cultura. Meztli, Ometochtli o Tepoztécatl, conejo ebrio nocturno y excedido, poseía a los hombres en fiestas rituales y acciones de navegación. Se puede pensar que Luis y el Huachistákulo contienen estas posesiones que los han construido. Lunáticos, pierden el control sobre sus personajes; en un acto de desdoblamiento que siempre es cómico e infantiliza procesos del arte que se han puesto en un pedestal inalcanzable, embriagan los protocolos por los que debe pasar el artista y desbordan los límites del campo mismo. Uno se puede sentir en una sesión de magia tanto como en un acto espectacular, en un performance o en una acción tenebrosa para espantar niños y, pese a la risa, de repente, sobre todo al estar en presencia del Huachistákulo, uno se siente al borde de algo. No por poco, en su acción de 1965 llamada How to Explain Pictures to a Dead Hare?, Joseph Beuys, al interactuar con un lepórido familiar del conejo, lo asume simbólicamente como un animal de borde. Y aunque la risa parezca una mueca para evitar el terror de la muerte en estas acciones con conejos, también es justo especular que Beuys nunca podría haber enseñado más que pinturas muertas. Así mismo, entenderemos que el Huachistákulo no es meramente una operación simbólica ni un conejo fenecido.

Las acciones artísticas de Huachistákulo crean conexiones entre estratos culturales que siempre se creen improbables: actuación y performance, comedia macabra y tragedias iluminadas. Tal como los antiguos conectaban al conejo y la luna, la maniobra de sus acciones es más bien un ejemplo de lo que André Bretón describe en el manifiesto surrealista al hablar de que “las aproximaciones de dos imágenes distantes ocurren o no ocurren”. En este caso, la ocurrencia es la operación que permite la magia y el dominio de distancias ejercido por Huachistákulo. Habrá que pensar la distancia del símbolo con la ocurrencia. Este es pues, un típico caso de Esquizotipia: Delirio de Médium o médium delirante.

Es curioso también cómo el conejo se deja poseer por miles de espíritus y posee a otros. No es gratuito que los surrealistas aludieran constantemente a sesiones de espiritismo y a rituales que se suponían primitivos hasta entonces. Huachistákulo como médium ha llevado a situaciones extremas a personas que se han convertido en su pandilla; es, en cierto sentido, un espíritu que ha contagiado a otros de esa nueva sensación poética de la existencia, planteando una reestructuración del yo y del sujeto contemporáneo. Es preciso entender que su mediación, sus desbordes de identidades y sus conflictos psicológicos son consecuencia de un delirio unívoco construido por potencias mediáticas externas a él. Luis, a través de Huachistákulo, se apropia de elementos del espectáculo más cercano y restituye la imagen de horror y decadencia con la que podemos leer la desesperada sonrisa que puede leerse en un lobo que está a punto de atacarnos.
Pánico.

Huachistákulo no sólo recupera un lunatismo necesario y germinal, sino que lo articula demostrando un flujo entre el control y el descontrol; un modo de experimentar esas mediaciones. Puede pasar de ser un fenómeno con potencial mediático a ser un médium que se comunica con pasiones y deseos que parecían estar inertes, o que en efecto están inertes en nuestras sociedades, al remover fibras de una sensibilidad infantil que nos es inevitable. Huachistákulo, un fantasma que habita en Luis, un espíritu poseído de carne de animal, podría ser él mismo la presentación de un animal totémico; él mismo un nahual, machi, chamán que al menos propone a nuestros sentidos una rearticulación de una ritualidad que se ha vuelto confusa. A través de sus actos y performancias, adivina muchas de las ansiedades que se dejan ver en nuestros comportamientos; su presencia es, pues, como la luna encarnada y ambulante, tal como lo era el conejo. Esperemos entonces a ver cómo nos afectarán las siguientes fases del Huachistákulo.


Andrés Jurado Uribe.
Artista y Curador, Profesor del Departamento de Artes Visuales de la Pontificia Universidad Javeriana de Colombia.
www.andresjurado.com

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